miércoles, 1 de mayo de 2013

Universo

-Ven. Asómate al balcón. - me dijo mientras me tendía la mano. Me levanté con delicadeza del sofá y fui hasta donde estaba ella. La Luna.
Me quedé mirándola fijamente, hipnotizada por lo hermosa que estaba aquella noche. Parecía que no quería dejar que nadie se fijara en otra cosa que no fuera ella. Tan alta e imponente, desde la lejanía.
 Embelesada me apoyé en la barandilla, absorta en mis pensamientos, contemplando los diminutos puntos que brillaban en aquel oscuro cielo. 
Qué bonito es el Universo
cuando le miras a los ojos.
Las palabras ‘insignificante y diminuta’ siempre me venían a la mente cuando pensaba en la inmensidad del Universo, tan infinito y etéreo. Y esa curiosidad que llevo siempre encima por si acaso, salió a demostrarme que quería respuestas.
Respuestas al cómo, por qué, cuándo. Respuestas a la vida y a lo que no es vida. Respuestas sobre el Universo, sobre la Tierra, y sobre la Luna. Y bueno, ¿por qué no? También quería respuestas sobre mí misma.
Pero la verdad es que yo sólo pregunto. Ya decidirá la vida si me responde o no. Porque, quiera o no, hay preguntas que no tienen respuesta.

Luna Plateada